6 de Mayo 2023 por Daniel Jorge

Aurel Stein, ¿héroe o villano de la arqueología?

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Introducción

Entre los años 1900 y 1930, el arqueólogo anglo-húngaro Aurel Stein realizó cuatro expediciones en la actual provincia china de Xinjiang. Allí descubrió piezas de arte y documentos que sirvieron para reconstruir el pasado budista de la región. Sin duda, su descubrimiento más celebrado es el llamado Sutra del diamante, el libro impreso más antiguo del que se tiene conocimiento.

No obstante, las circunstancias que rodearon la transacción por la cual Stein obtuvo el documento han sido motivo de histórica incomodidad tanto en Oriente como en Occidente. Durante muchos años, las colecciones obtenidas por Aurel Stein fueron relegadas a los almacenes del Museo Británico; al tratarse de material altamente controvertido.

Uno de mis autores predilectos, Peter Hopkirk, publicó en 1980 Foreign Devils on the Silk Road. Se trata de un relato de cómo exploradores y arqueólogos extranjeros (Aurel Stein, Sven Hedin, Paul Pelliot o Langdon Warner, por nombrar algunos) sacaron de China magníficos tesoros arqueológicos, a principios del siglo XX.

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Mi copia gastada de Foreign Devils.

El texto abre con una cita del libro Journey to Turkistan, escrito por el viajero y diplomático británico sir Eric Teichman:

Los chinos se quejan de que caravanas cargadas de tesoros incalculables extraídos de templos, tumbas y yacimientos del Turquestán oriental han ido a parar a museos occidentales y que han sido perdidos para siempre de China.

Teichman añadió:

Su indignación es enorme cuando leen las descripciones sobre la manera en que bibliotecas enteras, frescos o reliquias, fueron transportadas fuera del país.

El también viajero británico Basil Davidson escribió en 1956, en su libro Turkestan Alive, que al hacer un tour en un sitio de la antigua Ruta de la Seda, el guía se apresuró a espetar la palabra «robado», al señalar un hueco en una de las paredes de un templo budista. Cuenta Davidson que dondequiera que fuese las muestras del expolio extranjero eran evidentes.

Stein excavó en, literalmente, decenas de yacimientos. Ciudades enterradas bajo la arena, como Loulan o Dandan Oilik; antiguos puestos fronterizos de la Muralla China; o en interior de templos. Aunque se trata de un episodio relacionado con el descubrimiento de la biblioteca de Dunhuang por el que ha sido señalado.

El descubrimiento en las cuevas de Mogao

En 1907, mientras Stein se encontraba de paso por Dunhuang, escuchó de boca de un mercader de Urumchi que el autoproclamado guardián de las cuevas de Mogao, el monje taoísta Wang Yuanlu, había descubierto una pila de escrituras antiguas en las cuevas y que guardaba a buen recaudo. Tras establecer contacto con Wang, se inició un tira y afloja entre ambos, que contó con la colaboración del ayudante de Stein, Jiang Xiaowan. Los primeros documentos a los que Stein tuvo acceso confirmaron su antigüedad y valor arqueológico. El resto es historia.

Cuenta Stein en su libro On Ancient Central-Asian Tracks, con todo lujo de detalles, cómo se ganó la confianza del monje y consiguió hacerse con varios miles de rollos por una suma de dinero en «justa compensación». Stein lo tenía muy claro, Wang obtendría los fondos necesarios para proseguir con sus trabajos de restauración de las cuevas; mientras los documentos irían a parar a manos que los apreciarían más y permitirían, cito literalmente, «rescatar para la erudición occidental todas aquellas reliquias de la antigua literatura y arte budistas que, de otro modo, estaban destinadas a perderse tarde o temprano por la indiferencia local».

Entre esas reliquias se encontraba el ya mencionado Sutra del diamante. Sir Leonard Woolley, descubridor de la antigua ciudad de Ur, se refirió al descubrimiento de la biblioteca de Dunhuang como «pelotazo arqueológico». The Times escribió: «Muy pocos arqueólogos han realizado descubrimientos de este calibre».

Pero también hubo voces críticas al respecto. Arthur Waley, un orientalista británico que compiló en un libro veintiséis baladas e historias provenientes de los textos de Dunhuang, expresó su desacuerdo con el modo en que Stein obtuvo los documentos; refiriéndose al episodio como, literalmente, el «saqueo de la biblioteca de Dunhuang».

Las cifras del coste del botín varían, en Foreign Devils Hopkirk afirma 130 £. Aunque otra fuente, The man who loved China (2008) por Simon Winchester, sitúa la cifra en 220 £ (21.400 £ con el valor ajustado a la inflación en 2023).

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Pila de manuscritos ofrecidos a Stein para ser examinados. Alrededor de 1907. Fuente: Wikimedia Commons
Una cuestión de valor

A modo de curiosidad, el artículo sobre Aurel Stein en la Wikipedia china dice literalmente que «Jiang Xiaowan y Wang Yuanlu fueron pecadores nacionales que vendieron tesoros nacionales a bajo precio». Ya dijo Antonio Machado, «todo necio confunde valor y precio».

Un libro de publicación reciente, The Compensations of Plunder (2020), escrito por el profesor Justin Jacobs, explora la diferencia de perspectiva entre los funcionarios locales de la época (arraigados en los ideales eruditos confucionistas tradicionales) y sus sucesores posteriores (de mentalidad más nacionalista), que vilipendiaron a arqueólogos de la talla de Aurel Stein. Básicamente, Jacobs argumenta que el concepto de valor en relación con los manuscritos antiguos ha cambiado con el tiempo como consecuencia directa del interés de estos forasteros por adquirir, conservar y estudiar dicho material.

No hay que olvidar el hecho que dichas exploraciones contaban con el beneplácito de las autoridades chinas de la época (que debía otorgar pasaportes, permisos, etc.). Según Jacobs, sólo fue más tarde cuando una nueva generación de académicos y burócratas tomó el relevo en China que las voces más críticas comenzaron a surgir.

Finalmente, Jacobs se opone a las tendencias imperantes al mostrarse comprensivo con Stein, a quien hoy se suele considerar y describir cómo el villano más entre los demonios extranjeros. En lugar de ello, Jacobs se esfuerza por demostrar que Stein era el arqueólogo del grupo más respetado y sensible a las costumbres de la vieja orden de los eruditos-administradores confucianos, y que Stein fuera quizás el menos destructivo en comparación con los demás.

Conclusión

Por lo que se puede adivinar al leer las palabras del propio Stein, su principal motivación parece haber sido puramente académica. Es decir, Stein quería contribuir a aumentar el conocimiento existente sobre la historia y desarrollo de Asia central. Me lo imagino entrando en esa lúgubre cueva de Mogao, y llevarse la impresión de cómo cantidad de objetos y textos estaban ahí pudriéndose sin que nadie mostrara interés por su conservación o estudio.

Puestos a especular, si individuos como Stein no hubieran mostrado tal atención a los documentos en Dunhuang, ¿habrían sido estos tomados en serio y conservados por las autoridades chinas de la época? Y una última posibilidad descabellada. De haber sido así, ¿habrían sobrevivido tales documentos, que en su mayoría eran de carácter religioso, a la destrucción de la Revolución Cultural?

Los hechos pasados no pueden cambiarse, y en general las cosas no son blancas o negras. Así que, sin necesidad de justificar ningún expolio, quizás lo que ahora procede es que dichas reliquias sean devueltas a su país de origen. Una vez que los trabajos de los lingüistas Hoernle, Chavannes y Lionel Giles concluyeron hace más de un siglo.

Referencias

Foreign Devils on Silk Road (1980, reimpreso en 2006), Peter Hopkirk. Este libro ha sido publicado en español por la editorial Laertes bajo el título Demonios extranjeros en la ruta de la seda.

Ruins of Desert Cathay (1912), Aurel Stein. Relato minucioso de la segunda expedición de Aurel Stein en Xinjiang. Cuenta con detalles toda la negociación con Wang Yuanlu. Stein publicó en 1933 On Ancient Central-Asian Tracks el cual incluye un resumen del mismo episodio.

The Compensations of Plunder: How China Lost its Treasures (2020), Justin Jacobs. La presentación del libro ha sido subida a Youtube.

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