15 de Abril 2023 por Daniel Jorge

Anécdotas de Susie Rijnhart sobre lamas tibetanos

blog-feature-image

El dalái lama ha sido noticia esta semana por motivos bizarros. Como anunciaba el diario británico The Guardian, ha tenido que pedir disculpas tras una interacción con un niño al que le preguntó, literalmente, que le chupase la lengua. Naturalmente, se ha armado un revuelo bastante grande en las redes al respecto. Lejos de juzgar nada, la noticia me ha recordado a ciertos pasajes de Entre tibetanos.

En el libro, Susie Carson Rijnhart habla sobre la, a veces, dudosa moral de los lamas tibetanos. Observaciones de primera mano pues ella vivió muy de cerca con los monjes en Kumbum.

¿A qué me refiero con dudosa moral? Susie Rijnhart era conocedora de los cinco preceptos del Budismo. Estos forman una especie de código ético que incluye unas reglas de comportamiento como abstención de consumir alcohol, de matar a otro ser vivo o de robar. Durante su estancia en el Tíbet, Rijnhart fue testigo de varios episodios que, cuanto menos, indicaban una contradicción entre las conductas esperadas por un seguidor del Budismo y lo que realmente sucedía en los monasterios.

Los hábitos de borrachera de algunos lamas son impactantes. No hay feria o fiesta sin peleas y desórdenes provocados por las bebidas alcohólicas. No digo que todos los lamas beban, pero decir que la mayoría de ellos no solo son adictos a la bebida, sino también a la glotonería, no está nada lejos de la realidad, y esto a pesar de las enseñanzas de Buda sobre la templanza y el autocontrol. El lama budista etéreo, abstemio y vegetariano es pura ficción. He visto a un lama devorar varios filetes de carne de una sentada.

En Occidente se ha dispersado la idea de que los monasterios tibetanos son remansos de paz y meditación. Rijnhart nos advierte:

El asunto de la disciplina en la lamasería es serio. El mal humor y la turbulencia que conducen a actos de insubordinación son características distintivas de los sacerdotes. La atmósfera de santa meditación y de dichosa calma con la que algunos desde lejos llenarían la lamasería tibetana, con sus sublimes mahatmas, demasiado exaltados y puros para vivir entre hombres ordinarios, es solo la atmósfera de una imaginación desinformada y color de rosa. La distancia presta encanto, pero al primer contacto desaparece el espejismo.

En relación a los mahatmas, hay que decir que el término sale a colación debido a la Teosofía. La Teosofía es una religión de corte espiritista y ocultista, que surgió a finales del siglo XIX en Estados Unidos y que había adquirido cierta popularidad. Los mahatmas vendrían a ser los sabios poseedores de un conocimiento único y que, aparentemente, residían en el Tíbet. A veces, Rijnhart no desaprovecha la oportunidad para desacreditar a los teósofos con sus observaciones; pues respecto a sus interacciones con el abad de Kumbum, llamado Mina Fuye, Rijnhart escribió:

A pesar de que los teósofos atribuyen el conocimiento de los fenómenos ocultos de la naturaleza a sacerdotes como Mina Fuye, abad de una de las mayores lamaserías del mundo y solo superado en eminencia espiritual e intelectual por el dalái lama, la realidad era que este no sabía nada. Nunca había visto un mahatma y se sorprendió mucho cuando le dijimos que los occidentales pensaban que existían en el Tíbet. Sobre la cuestión de los mahatmas hicimos preguntas muy cuidadosas y minuciosas a muchos lamas, todos los cuales confesaron su ignorancia de tales seres. No había ningún registro ni leyenda de que alguno hubiera visitado Kumbum, y uno de los sacerdotes más antiguos de la lamasería, que había pasado años en Lhasa, nos dijo que nunca había oído hablar de un mahatma.

La imagen idílica que yo me construí sobre los monjes tibetanos proviene de una maravillosa serie documental producida allá por el año 2001. Se trata de El laberinto del Tíbet, narrada por el inolvidable Rafael Taibo. Durante seis capítulos, la serie trata sobre diversos aspectos de la historia, cultura, religión y modo de vida presente de los tibetanos. Más allá de la lucha por preservar su cultura intacta tras la invasión China, me quedó la impresión de que el Tíbet había sido un país donde la armonía budista era la norma.

Tras haber leído Entre tibetanos mis horizontes se han ampliado un poquito más; por eso cuando leí el titular de la noticia anteriormente comentada, no me sorprendí demasiado.

Comentarios

Todos los comentarios están sujetos a moderación.

Sé el primero en dejar un comentario.

¡Gracias!

Tu comentario ha sido enviado y será publicado en breve.

OK

Suscríbete a nuestro boletín mensual