8 de Marzo 2024 por Daniel Jorge
Alexandra David-Néel, un peregrinaje a Lhasa
Introducción
Alexandra David-Néel, un nombre que resuena con aventura, espiritualidad y exploración. Nacida en 1868, esta intrépida francesa desafió las convenciones y se embarcó en un viaje extraordinario que la convertiría en una de las aventureras más célebres del siglo XX. ¿Su búsqueda? Llegar a la mística ciudad de Lhasa, el corazón prohibido del Tíbet, una hazaña que ninguna mujer europea había logrado antes.
En este post, recordamos el notable viaje de Alexandra David-Néel y rendimos un humilde homenaje a esta erudita budista y exploradora extraordinaria.
Alexandra Davil-Néel en una fotografía tomada entre 1920 y 1923. Fuente: Wikimedia Commons. |
Un llamado espiritual
El viaje de Alexandra David-Néel a Lhasa no estuvo impulsado por la mera curiosidad o la sed de aventuras. Fue un llamado espiritual a la lejana y misteriosa tierra del Tíbet. Su fascinación por el budismo comenzó cuando tenía veinte años, lo que la llevó a adoptar la religión y dedicar su vida a su estudio.
Como reclusa budista, ya había pasado meses viviendo en una cueva en Sikkim, perfeccionando sus prácticas espirituales y preparándose para los desafíos que se avecinaban. Su dedicación al budismo y su anhelo de visitar Lhasa estaban profundamente entrelazados, haciendo de su viaje no sólo una peregrinación física sino también espiritual.
La puerta de entrada a Lhasa: Kawa Karpo
Kawa Karpo, una imponente cadena montañosa, fue la puerta de entrada a Lhasa para David-Néel. Situada en la frontera entre Yunnan y el Tíbet, esta formidable barrera natural fue designada oficialmente como parte de China. Sin embargo, para la decidida exploradora, era el pasaje a la ciudad mística a la que anhelaba llegar.
Con su fiel compañero, un joven lama llamado Yongden, a quien más tarde adoptaría, Alexandra David-Néel emprendió su atrevido viaje. Se escabulleron al amparo de la oscuridad cuando el Kawa Karpo kora entró en el Tíbet, dejando atrás la montaña que les había servido de trampolín para la aventura tibetana.
Alexandra Davil-Néel junto a Yongden. Fuente: Wikimedia Commons. |
Un viaje envuelto en misterio
Uno de los aspectos intrigantes del viaje de Alexandra David-Néel es la falta de registros detallados sobre su itinerario. Ella y Yongden viajaban principalmente de noche, evadiendo ser detectados como impostores extranjeros. Su única brújula se perdió desde el principio y ninguno de los dos llevó un diario consigo. Como resultado, los lugares exactos que visitaron y las fechas de su viaje permanecen abiertos a conjeturas.
A pesar de la escasez de detalles geográficos, el diario de viaje de David-Néel, My Journey to Lhasa (1927), está lleno de fantasía, anécdotas y reflexiones domésticas. Su relato incluye alucinaciones, encuentros místicos, hazañas de resistencia, disputas familiares e incluso algo de humor negro. El dinero no era un problema para ella, pero decidió mantenerse mendigando por su sustento y cobrando por bendiciones, lo que ayudó a mantener su disfraz de peregrina ascética.
Cubierta de My journey to Lhasa. Fuente: Biblio.co.uk |
Un disfraz por necesidad
La transformación física de Alexandra David-Néel fue muy notable. Para evitar que la descubrieran, se tiñó el pelo desordenado con tinta negra, se cubrió la tez con hollín y se ganó fácilmente el destierro de los hogares tibetanos cuando la consideraban un estorbo poco atractivo.
Un invierno de preparación
Pocos extranjeros estaban mejor preparados para el duro invierno tibetano que Alexandra David-Néel. Sus experiencias previas como reclusa budista en Sikkim, y su viaje a través del Himalaya hacia el sur del Tíbet, la habían dotado de conocimientos y capacidad de sufrimiento inestimables. También había seguido un curso intensivo de tummó, una práctica yóguica que le permitía aprovechar la energía psicofísica de su cuerpo para generar calor interior, esencial para sobrevivir al frío extremo.
Cuando ella y Yongden finalmente llegaron cojeando a Lhasa, no fue debido a sabañones, sino a reparaciones de calzado incompetentes. A pesar de las dificultades, habían superado los desafíos físicos de su viaje.
Lhasa: el umbral de la liberación sublime
Para Alexandra David-Néel, Lhasa no era simplemente un destino de viajero; era el umbral de la liberación sublime. Su profunda conexión con el budismo y su deseo de poner un pie en esta ciudad santa se habían nutrido a lo largo de años de exploración espiritual. En Lhasa, ella y Yongden pasaron dos meses recorriendo los lugares sagrados de la ciudad y estudiando textos antiguos. Se alojaron con simpatizantes y esquivaron hábilmente a los funcionarios curiosos mezclándose con la marea de peregrinos.
Aún de incógnito, finalmente se dirigieron al sur, a Gyantse y Calcuta, donde enfrentaron amenazas de deportación por parte de las autoridades británicas por contravenir la prohibición, entonces existente, de viajar al Tíbet. Sin embargo, su periplo ya había puesto en marcha una serie de acontecimientos que convertirían a Alexandra David-Néel en una sensación internacional.
Popularidad y legado internacional
A su regreso a Francia a mediados de 1925, Alexandra David-Néel fue recibida como una celebridad. Su diario de viaje (ver referencias), publicado simultáneamente en francés e inglés, tuvo un éxito instantáneo. No sólo fue reconocida como una intrépida aventurera sino que también recibió reconocimiento profesional por su profundo conocimiento del budismo y la fascinación popular por sus ideas espiritistas.
Las regalías de sus libros le permitieron comprar una casa en Provenza, donde dedicó la mayor parte del resto de su vida a estudiar, escribir y dar conferencias. Su marido, Philippe Néel, la había apoyado en sus esfuerzos durante sus largas separaciones. Philippe fallecería en 1941, seguido de Yongden en 1955. La propia Alexandra David-Néel falleció en 1969, apenas un mes antes de cumplir 101 años. A pesar de los desafíos de la edad y el inestable panorama político, hizo un viaje más al Tíbet a finales de la década de 1930, esta vez hasta Amdo (o Qinghai) en el noreste del país. Los señores de la guerra, la agitación civil y el caos de la guerra chino-japonesa y la Segunda Guerra Mundial hicieron casi imposible viajar a las zonas fronterizas de China. Sin embargo, su espíritu indomable y su amor por el Tíbet persistieron.
Durante los años de la guerra, encontró refugio en Dartsedo (o Tachienlu, Kangding) en la frontera entre Sichuan y Tíbet, continuando con sus búsquedas y escritos espirituales.
El viaje de Alexandra David-Néel a Lhasa fue más que una simple expedición física; fue un testimonio del poder de la determinación, la espiritualidad y la búsqueda del conocimiento. Su legado como exploradora pionera, devota erudita budista y figura inspiradora perdura hasta el día de hoy.
Referencias
My journey to Lhasa (1927) Alexandra Davil-Néel.
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